Aca ya la pequena poetisa nos anunciaba su muerte.
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar,
que la arena de oro, y las aguas verdes
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta quisiera
como una romana, para concordar
con las grandes olas y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento y los ojos fríos
y la boca honda dejarme llevar...
Ver como las olas azules se rompen
contra los granitos y no parpadear...
Ver como las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar...
Ver como pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar...
Ver como se adelanta la garganta al aire
el hombre más bello y no desear amar...
Perder la mirada distraídamente,perderla
y que nunca la vuelva a encontrar,
la figura erguida entre cielo y playa
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