sábado, 12 de abril de 2008

Para la cátedra de Literatura


Enrique Buenaventura estaba bebiendo ron en una taberna de Cali, cuando un desconocido se acerco a su mesa. el hombre se presento, era de oficio, albañil, a sus ordenes, para servirlo:
- Necesito que me escriba una carta. Una carta de amor.
- Yo?
- Me han dicho que usted puede.
Enrique no era especialista, pero hincho el pecho. El albañil aclaro que el no era analfabeto.
-Yo puedo escribir. Pero una carta así, no puedo.
- Y para quien es la carta?.
- Para... ella.
- y usted que quiere decirle?.
- Si lo se, no le pido.
Enrique se rasco la cabeza. Esa noche puso manos a la obra.
Al día siguiente el albañil leyó la carta.
- Eso- dijo, y le brillaron los ojos-. Eso era. Pero yo no sabia que era eso lo que yo quería decir.


Eduardo Galeano

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